Hola,

¿Cómo te encuentras? Espero que hayas tenido un feliz día.

Esta semana el ejercicio que te propongo no te tomará mucho tiempo.

Quería acercarme hasta ti para recordarte que la vida solo existe aquí.

En este preciso instante.

El pasado es un recuerdo, algo yermo y sin vida que ya no podemos cambiar, una acumulación de presentes que ya no tienen lugar; sin embargo se encuentran dentro de nosotros, formando nuestra experiencia, esa en la que basamos gran parte de nuestras decisiones, pero no debemos dejar que determine quienes somos.

El futuro es una idea, llena de posibilidades que se construye paso a paso con las acciones que llevamos a cabo cada día. Es aquel lugar en el que nos permitimos lo imposible. Nuestros sueños parecen estar siempre ahí, en un distante futuro que anhelamos alcanzar. Eso es peligroso, podemos quedarnos ahí fantaseando sin llevar a cabo las acciones que nos permitirán alcanzarlo.

Así que para llegar al tan ansiado futuro que deseamos es necesario que demos los pasos que nos llevarán hasta él ahora, en este instante.

Por eso conviene decidir y elegir a qué prestamos atención, a qué dedicamos nuestros esfuerzos, nuestro tiempo y nuestras acciones.

El mundo en el que vivimos en occidente está centrado en la atención.

Todas las marcas y empresas están obsesionadas con encontrar el modo de captar nuestra atención y quedarse con ella el mayor tiempo posible.

Y no solo ellas, también organizaciones, asociaciones, estados y gobiernos.

En este punto hay dos preguntas que resultan de gran utilidad cuando queremos decidir a qué dirigir nuestra atención.

Ya verás.

Sin necesidad de hacer un tríptico de cuántas horas dedicamos al día a una u otra cosa.

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Te recomiendo que no midas tu vida en horas sino en vivencias.

¿Qué has vivido hoy? ¿Qué te ha aportado? ¿Te acerca eso al futuro que deseas?

Las dos preguntas que te ayudarán a que puedas sentirte satisfecho al contestar son las siguientes:

¿Para qué?

El para qué no es un por qué.

Para: es un fin.
Porque: es un motivo.

Donde el por qué sería: porque me hace sentir bien, porque así ganaré dinero, porque me gusta, porque es lo que esperan de mí, …

El para qué sería: para sentirme bien, para mejorar mi entorno, para conseguir ingresos regulares, …

El matiz es casi imperceptible, pero el uso de una palabra diferente y su significado hará que tus respuestas varíen de lo que serían si la pregunta fuera por qué.

Tan solo te diré que todas las excusas suelen empezar por un porque.

¿Desde dónde?

Esta es, para mí, la más importante.

¿Desde dónde has tomado esa determinación, desde dónde lo haces?

Es increíble como, hoy en día, gran parte de las decisiones las tomamos desde el miedo.

"Debo ir al cumpleaños porque si no creerán que no me importan".

Miedo a lastimar a otros.

"Debo trabajar más o me despedirán".

Miedo a no ser suficiente, a no alcanzar el beneplácito de los demás.

"Si no hago ejercicio ganaré peso y ya no le gustaré".

Este último es bastante más típico de lo que a muchos nos gustaría admitir.

El lugar desde el que hacemos las cosas importa.

Y estoy seguro de que si cambiamos un par de frases de las anteriores todo cobrará sentido para ti.

"Iré al cumpleaños, me encanta verlos felices y transmitirles lo mucho que me importan".

"Trabajaré dando lo mejor de mí para sentirme satisfecho/a de mi trabajo y ser útil para mi empresa".

"Me gustaría hacer ejercicio para sentirme mejor, más segura de mi misma, cuidar de mí".

Por supuesto, en estos ejemplos hay muchos matices, muchas interpretaciones, por eso no quiero que te quedes con ellos, sino con la intención de cada una de esas preguntas.

Ejercítalas durante algunos días y cuéntame si has notado la diferencia.

Si tus decisiones y el tema al que has dedicado tu atención han cambiado en algo.


Si te ha parecido interesante el ejercicio de hoy no dudes en visitar el siguiente vídeo (haz clic aquí), estoy seguro de que te resultará de gran ayuda para comprender cómo estas dos preguntas pueden ayudarte a la hora de encontrar y vivir tu propósito.

Y sin más, me despido con una de esas frases que tanto me gustan:

La felicidad no está en otro lugar sino en este lugar, no en otra hora, sino en esta hora.
Walt Whitman
.

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